¿Cómo nos preparamos para fotografiar una boda?
Comenzamos la temporada de bodas el pasado 9 de marzo, con el enlace de Isa y Javi en Sevilla. Mientras preparábamos las cosas pensé, «si supieran todo el trabajo que hay detrás de esto…» y automáticamente se me ocurrió que podíamos explicar un poco cómo nos preparamos para fotografiar una boda. Pregunté en Twitter, y algunos «followers» mostraron interés así que aquí está el post. Huelga decir que cada uno tiene su forma de organizarse, que no todo lo que explico aquí vale para todos los eventos, y que seguramente habrá compañeros que lo hagan de mil formas distintas, a cada cual mejor según su lógica y experiencia personal.
[De antemano pedimos disculpas por la calidad de las imágenes, tomadas con iPhone, iPad y cámara compacta.]
Para nosotros el trabajo de fotografiar una boda comienza semanas antes de la misma. Una vez que la pareja tiene claro dónde se van a celebrar la ceremonia como el convite/fiesta posterior, tanto si los conocemos por haber trabajado allí antes o son nuevos para nosotros, nos gusta visitarlos con antelación. Preferimos hacerlo en compañía de la pareja, pero a veces nos toca hacerlo solos.
Hay motivos para esto: vemos donde está situada y cómo es el interior de la iglesia, que condiciones de luz reune, pero sobre todo nos presentamos al párroco y pedimos los permisos oportunos. Aunque parezca mentira tener que explicarlo, si tratas a las personas con respeto y educación y en definitiva como decimos en el sur, «haces las cosas por derecho», el trato el día de la boda cambia. A veces las iglesias/haciendas tienen lugares altos donde poder hacer alguna foto panorámica, y no siempre son accesibles para el público. Si vas con tiempo a presentarte, preguntas y pides con educación, las cosas pueden cambiar. Algo importante en las ceremonias es tener presente que en las mismas sólo eres testigo, y siempre has de cumplir las normas que te impongan. Las fotografías súper artísticas están muy bien, pero si el párroco te dice «hasta aquí», es hasta aquí. Por definirlo en tres palabras: respeta la liturgia.
Panorámica de la Iglesia Santa María de Gracia, en Calañas (Huelva)
Hacemos algunas fotos con el iPad o el mvl. así el día antes de la boda recordamos el lugar, y sabemos a qué atenernos. Nosotros somos dos, y desde que nuestra «ayudante» está con nosotros, tres. Más o menos tenemos las tareas asignadas por la experiencia acumulada. De todas formas, siempre hacemos una pequeña reunión el día antes, para decidir dónde se colocará cada uno, qué fotos «especiales» que requiera el sitio o que nos hayan pedido especialmente va a hacer cada uno de nosotros, etc. Por ejemplo, si la iglesia dispone de un sitio en altura, y nos dan permiso de acceso, decidimos quien y cuando va a hacer esa foto en concreto. Es muy importante conocer si la ceremonia va a ser larga o corta, porque no te puedes perder ningún momento principal por hacer una foto, digamos «accesoria».
Fotografía tomada con el iPad, cuando fuimos a «reconocer» la iglesia el pasado febrero.
Un par de días antes preparamos todo o casi todo (algunas cosas las dejamos para el último día) el equipo que vamos a usar. Sobre todo las cámaras y las baterías de las mismas. Revisamos que todos los objetivos estén límpios de huellas, con sus tapas correspondientes bien aseguradas. Comprobamos que las baterías carguen bien, en el tiempo estimado que deben hacerlo, que los conectores estén limpios de cualquier suciedad, etc. Evidentemente, recargamos las baterías de las cámaras, tanto las que vamos a usar de inicio como las de reserva. No guardamos nada en las mochilas/bolsas hasta que las baterías están cargadas. De esta forma nos aseguramos de que nunca salimos a trabajar sin baterías cargadas.
Otro aspecto importante a comprobar es el de las tarjetas de memoria que vamos a utilizar. Preferimos llevar muchas, de capacidad media (8 Gb actualmente) y más o menos rápidas para no perder fotos cuando disparamos en modo rápido, como por ejemplo el momento del arroz y las flores. Por seguridad, vamos cambiándolas conforme pasa el evento. Es decir, una tarjeta para la casa de la novia, otra para la ceremonia, otra para exteriores, etc. Lo hacemos así porque en caso de accidente, «Shit happens» que dicen los americanos, no perdemos todo el trabajo, sino una parte. Además, apostamos por la calidad de las marcas que utilizamos, y las renovamos cada dos temporadas aproximadamente. Todas llevan en el dorso la fecha de compra, para que podamos saber su antigüedad. Antes de meterlas en la mochila, las formateamos todas. Lo hacemos con alguna de las cámaras, porque no es recomendable hacerlo con el ordenador. Esto es por comodidad; es molesto estar trabajando y tener que parar para formatear la tarjeta, o peor, que no te acuerdes, sigas haciendo fotos y después tengas trabajos mezclados, o te veas obligado a cambiar de tarjeta demasiado pronto por haber agotado la capacidad. Normalmente nos las repartimos y las más antiguas las dejamos aparte en la bolsa, por seguridad. No es que no las usemos, pero las usamos al final del evento, en el baile, etc. Así en caso de fallo, no perderíamos una parte «clave» del evento.
A esta tarjeta le tenemos especial cariño, se la dedicó a Reyes el magnífico fotógrafo mexicano Daniel Aguilar, y la guardamos en casa como recuerdo.
También organizamos y recargamos las pilas AA de los flashes. Las usamos de buena calidad, y las vamos renovando periódicamente. «Trabajan en equipo», es decir, que siempre se cargan y usan las mismas pilas. Las numeramos (grupo 1, 2, 3..) y las cargamos juntas. De esta forma siempre nos aseguramos de que tienen la misma carga, y el mismo uso. Cuando las tenemos cargadas, cargamos los flashes (siempre con las pilas de un mismo grupo), y el resto las «cerramos» con una goma elástica y a la bolsa. Al igual que con las tarjetas, usamos primero las más nuevas. Cuando las jubilamos acaban en los mandos a distancia de casa, en la linterna del coche, etc etc. Nunca nos faltan pilas en casa para los juguetes de la peque. Cuando agotamos las pilas durante el evento, van a la bolsa, a un compartimento separado, y sin gomilla o amarre alguno. Es una especie de regla nemotécnica, «si las pilas están sueltas, no las puedes usar, coge las de la gomilla».
Cuando tenemos el equipo listo, y las cosas más o menos claras en cuanto a la fotografía, organizamos la logística. ¿Donde se viste el novio? ¿y la novia? ¿Cómo nos vamos a mover, en un coche o en dos? ¿alguien puede ir en el coche del novio o de la novia a la iglesia? ¿Cuanto se tarda en llegar a la ceremonia? ¿cual es la hora límite para salir hacia la ceremonia? ¿donde vamos a aparcar en cada sitio? Depende de la organización y los horarios de cada evento. Lo que sí hacemos, también por seguridad es imprimirnos un plano de Google con las direcciones, al que agregamos teléfonos y cualquier dato de interés. Dos folios no pesan nada, y es mucho más rápido que consultar los datos en el teléfono, o usar el gps del mismo. A veces no hay cobertura de internet móvil, o va lentísimo, o tienes poca batería (recordatorio, cargar bien la bat. del mvl), etc. Un vistazo a un folio para refrescar la memoria y listo.
Dos cosas importantes para acabar; los permisos y el alta en la Seguridad Social de Jessica, nuestra auxiliar. Según donde vayamos a hacer los exteriores, a veces hace falta pedir permiso oficial como en este caso, en el que hay que pagar la tasa oficial correspondiente. En el caso de las bodas, gestionar estos permisos es un servicio que ofrecemos a nuestros clientes, pero si no llevamos el justificante encima, mal asunto.
El otro «detalle» importante es avisar con tiempo a la gestoría de que el día X vamos a contratar a Jessica, y como ya tienen sus datos, tramitar su alta en la Seguridad Social. El día antes, recogemos copia de los documentos. Nos gusta llevarlos encima por lo que pudiera pasar y entre otras cosas, para poder darle su copia a ella.
Después de todo esto, ya sólo queda hacer las fotos. Bueno y seleccionarlas, editarlas, retocarlas, maquetarlas, imprimirlas, cobrarlas, etc etc. .
Y hasta aquí más o menos lo que sería una preparación típica. Como decíamos al principio, cada maestrillo tiene su librillo. No hemos escrito nada sobre los preparativos que conllevan los desplazamientos fuera de la provincia, pero os hacéis una idea seguro. A lo escrito le añadís las reservas de hotel, y en los planos agregamos itinerarios para los desplazamientos y horarios. Sobre el Photocall , algún día escribiré algo, básicamente se trata de revisarlo todo bien, en especial los flashes y disparadores remotos.
Actualización: En bodas de noche, siempre llevamos una neverita con un par de latas de Redbull. Se trata de un trabajo de muchas horas, y al volver en coche de madrugada el sueño puede jugar malas pasadas. En casi ningún salón/hacienda ponen bebidas energéticas en la barra libre, así que me las llevo yo. Los sustos con el coche se pagan muy caros.
Espero que os haya resultado interesante, déjanos algún comentario si tienes alguna duda o nos quieres sugerir algo.
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